No me mires como alguien que está hecho,
sino como ráfagas de viento
que te recuerdan un eco
que vienen de tiempo atrás,
donde intentaba salvarme.
Ve mi cuerpo no como una presencia,
sino más bien como una ausencia,
una carencia de alma,
que recuerda y se sostiene de palabras.
Mírame ahora como una forma arcana que trasciende los sentidos
y llega a ti en forma humana para tomar tu mano y aprender a habitar el mundo.
También aprende a reconocer en mis ojos
el caos que nubla mi camino
y que me hace detener a veces.
Mira mi oscuridad,
y saca de ella el recuerdo
que habita esas ganas de estar ahí,
presente en medio de toda realidad.
Sólo ahí donde nadie más que tu
puede estar, para mirarme de frente,
mirarme y arrebatarme toda dualidad.
Mírame de frente para encontrarte acá y estar,
mirar más allá y plantar los pies sobre esta tierra
que ha regado tanto vacío y silencio.
Mírame y construye un nuevo mundo con la luz que proyectan las memorias que nos recorren y hacen de nuestra voz el instante mismo para estar oyéndonos y entendernos en esto que se llama amor, en esto que llamamos tu y yo.