Papel amarillento
es lo que ha sido en la tierra
alguien le aguardara siempre en alguna parte
algo de silencioso
acostumbrado a doler
el amor solamente fue la soledad hablando
su muerte es lo que ya no está
pero siempre está su muerte
su sacramento de palabras
la interminable carrera
a caminos que conducen a los sueños
en andados que carcomen
hasta adueñarse del corazón
para vivirse a pedazos
llevando este ayer todas las semanas
contengo su furia
como un caballo sobre un tablero de ajedrez
es lo muerto morando
en los confusos adentros
donde los ojos se acodan
para mirar territorios inexorables
donde el cuerpo es lo infranqueable
hasta la lejana ínsula que lo espera
en este torrente me voy quedando
a solas donde asorda la palabra más ausente
la ternura es devorada por pájaros desiertos
picoteada de no verte
acariciado por las manos de lo oscuro
en las rejas de esta nostalgia
nos apresan
en la que el castigo es el sin pan de tus besos
y el aire de tu nombre
musitado por las manecillas que te ausentan
en este día tan triste
detuve el beso del cuando no estés
para recordarte a una lengua de silencio
en mi cuerpo que se muere
con el frío del café entre los labios
en la ventana que te llora
en la espera que no te olvida
te has hundido tan profundo que no se como sacarte
me he ahogado en las heridas
en las memorias que trepan por la escalera de tu retrato
para mirar los grises que dejaste
ahora que te pongo en otros llantos las brújulas te buscan
sobre hierba llorosa y amarilla
para retorcerme como cualquier hoja sobre el fuego
lo que vino después del lloro
fue esta habitación desanimada
sin el movimiento de sus manos
el sonido de los insectos como lo único que espera
la calle comienza a llenarse de gente que no conozco
me repleta el miedo
espero un ángel de piedra
su golpe que me haga olvidarlo todo