En evidencia
las crédulas miradas del instante
ceñidas en rostro canela
fruto del refulgente estío
intuiciones que desatan
letargo, malquerencia
Claro – explica el corazón -
el radiante beso en el abismo
perfecciona celada pretensión
simulada en melenas de ironía.
En consecuencia,
las raídas manos vibran ofuscadas
los sueños reviértanse pavorosos
y vos, en sonrisa enajenada
ceñida en rostro canela,
te despides, encantada.
Es cierto. Reafirmo.
Con desánimo recibo el nuncio.
Y una pecaminosa lujuria
desata en breve
tan pernicioso preludio
- Te vas, porque lo quise -.