En la oscuridad de mi cueva solitaria,
Al ritmo de un corazón que ya no late,
Que solamente se deja llevar por la inercia
De todo lo andado hasta este momento,
Y agobiado por sensaciones indescriptibles
Que desbordan mis emociones y las convierten
En amargas y más tristes lágrimas,
Tratando de poner en orden todos mis pensamientos
Y con la vieja y fiel pluma que se niega a estar quieta
Tratando de volcar en letras todo lo que yo siento
En un pedazo de viejo y roído papel, escribo...
¿Dónde estás, corazón mío?
¿Dónde está esa feliz y juguetona sonrisa,
Que antaño solía iluminar todo nuestro camino?
¿Dónde quedaron aquellos momentos sublimes
Cuando compartías felicidad y alegría al mundo entero?
— No lo se. Ya ni siquiera se si realmente estoy vivo.
¿Y dónde quedo aquel arrogante empeño
Por vencer todo obstáculo, por conquistar el mundo entero?
¿Qué fue de ese ímpetu vehemente que hacía
Que te levantes más fuerte aún, después de cada caída?
¿Dónde está esa alma indómita que se negaba
A darse por vencida, a arrodillarse ante nadie y ante nada?
— Me abandonaron todos, y ahora solo espero resignado
en la orilla de lo que alguna vez fue mi camino...
¿Y a quién esperas?
— A aquella que ha de liberarme de todo este cruel suplicio
Que ha de darme la tranquilidad que tanto ansío...
Ya estoy aquí, siempre he estado contigo.
— Pues no esperemos más, llévame contigo...