Teatro, si no me matas tú,
que la danza me haga inmortal entre
paredes de cristales pintados,
mientras Chopin se ríe de mis heridas
entre sus notas sublimes adormecientes.
Teatro, si no me matas tú,
que Samuel Beckett me llame absurda
entre llamadas y versos, mientras
Ivan Vsevolozhsky me obligue a representar
el cascanueces desnuda.
Teatro, si no me matas tú,
que Sófloles me llame trágica
entre vómito y odio,
mientras Bethoveen compone una
sinfonía para representar mi muerte.
Teatro, si no me matas tú,
que mi entrega haga hervir mis órganos,
entre ardor y heridas, mientras
mi amor por ti, me convulsiona
incontrolablemente.
Teatro, mátame. Mátame, Teatro.
Teatro, si no me matas tú,
que no me mate nadie.