Más allá de las sombras...
En el umbral que separa a mi alma
de la existencia humana...
Reina la espléndida presencia
de los habitantes de la nada...
Mora la consternada fragancia del éter
Y el cosmos...
De la universalidad del hombre.
Diminuta criatura soy,
en la basta inmensidad del universo.
Donde mi cuerpo apenas nada,
mi alma liviana, serena, agorera, libre,
se remonta en el carro del mañana,
sobre lo inexplicable,
lo terriblemente desconocido;
Oh Dios ! La nada !