Soy la irreverente dulzura del ladrillo dormido
y el alma mustia del hongo crepuscular
Atado y precavido con amarguras rebanadas
caramelizo al hijo de algún sol oscuro y rancio
Recorro tu cielo de estrellas extraviadas
y siego el tambor del valet universal
Hay un ruido afinado con mi desastre
y es una gota de sebo que recorre el paladar
Ya pulsa el aire sus cuerdas desnudas
vibra el mundo
y se desgrana en tu piel