Era una noche hermosa de navidad en New Jersey, la nieve caía intensamente y las calles lucían adornadas con luces multicolores, muy bellas, y de una pequeña casita muy humilde, se escuchaba una conversación:
-¡Ay mamita, mañana será navidad y veo que no hay trabajo en la calle!, yo he vendido pocos dulces y tú mamita estas tan enfermita por lavar ropa en las casas. Creo que esta navidad será muy triste para nosotros.
-No te preocupes hijito, en navidad a veces hay milagros y quizás el ángel bueno te traiga algunos juguetes.
-¿Tú crees mamita? ¡Yo no creo en los ángeles! y si existen, deben estar volando por los cielos no creo se ocupen de un niño pequeño como yo.
-No digas eso hijito, siempre hay que tener fe.
Estaban conversando esto cuando por la ventanita asoma la cara un ángel blanco muy hermoso que había escuchado atentamente este diálogo de Pedrito y su madre y muy consternado dice -Siento tanta ternura por esta familia y prometo que Pedrito tendrá su juguete navideño, es un buen niño y trabaja tanto para ayudar a su madre. Iré a conversar con el mismo Dios del cielo para que envié a San Nicolás a esta humilde casa y a las doce, ponga debajo del árbol ese regalo tan deseado por Pedrito: su tren a cuerda.
De esta manera el ángel viaja al cielo y saluda a nuestro señor y le dice: Mi señor Dios fui a otear por el cielo como me ordenaste y conocí una familia muy pobre en la que el hijo llamado Pedrito, ayuda a su madre vendiendo golosinas porque ella anda enferma por lavar ropa en las casas, así que te pido por favor, que envíes a San Nicolás a este hogar y deje debajo de su árbol de navidad, ese tren de juguete que tanto ansía su corazón.
Nuestro señor le responde. Muy bien mi serafín haces bien en reportarme esta familia, pero como San Nicolás anda muy ocupado, serás tú quien lleve el regalo al niño.
Y así una media hora antes de las doce cunado Pedrito había perdido toda esperanza de recibir su juguete navideño, el ángel ingresa mágicamente entre nubes, cuando Pedrito había salido a vender sus caramelos y la madre descansaba en su cuarto. Estaba poniendo el regalo debajo del árbol cuando Pedrito que tenía su llave, entra despacito y observa una gran luz y un ser alado poniendo algo en su árbol y pensando que era un ratero coge la escoba y le dice, ¿Quién eres tú?, ¿eres un ratero? ¡No te muevas o te tiro con mi escoba!
El ángel sonriendo le dijo: ¡No Pedrito no soy ningún ratero, soy un ángel enviado por el mismo Dios para traerte tu regalo navideño!, y cómo ya van a dar las doce lo puedes abrir si quieres. Pedrito le dice - ¡Oh, y yo que no creía en ángeles!, ¡qué bonito eres y qué bellas tus blancas alas!, ¡qué alegría me das, le diré a mi mamita - ¡No Pedrito, soy un ángel navideño solo me pueden ver los niños! y ya me tengo que ir, seguro ya despierta tu madre y le contarás que me viste yo ahora tengo que partir, abrirás mejor tu regalo con ella. Y en el acto desapareció, como por arte de magia.
Pedrito quedó muy asombrado y fue a despertar a su madre - ¡Mamita tenías razón los ángeles si existen, me ha traído un regalo y lo ha dejado en el árbol!, ¡ven míralo!
La madre sorprendida por los gritos de su hijo se despierta y le dice: ya voy hijo ¡pero qué dices! ¿un ángel, viste un ángel?- ¡Sí mamita ven y mira tú misma el regalo que me trajo ya darán a las doce y quiero abrirlo y que tú lo veas también!
Su madre obedeciendo a su hijo va con él a la salita y ve un regalo grande, que Pedrito abría con ansiedad y queda muy sorprendida, al ver que era nada menos que ese tren a cuerda muy caro que tanto ansiaba, Pedrito y que ella no podía comprar, y de tanta alegría por ver a su hijo tan feliz, le brotaban muchas lágrimas de sus ojos y Pedrito le dijo: No llores mamita el angelito bueno de la navidad dijo que era para que estemos alegres.
Y así Pedrito y su madre pasaron una bella navidad y hasta adulto siempre mantuvo la idea que los ángeles sí existían.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos Reservados-safe creative Prohibida su popia total o parcial.