En la militancia caminante del cotidiano vivir
la temida señora arrecia en todas sus formas y colores.
De la rutina a los antiguos dolores;
de la frustración a los sueños olvidados.
No quiero ser viejo de juventud derrotada
ni esclavo de servidumbre aceptada.
La sociedad esta enloquecida de dolor
por la vidas que devora sin piedad
A salvarse arrimándose a la humanidad sincera que ama ser libre.
Libre es el alma que sin sentencias a su espalda alimenta el mañana de ternura y sabiduría.
A hacerle honor a nuestros antepasados muertos de pasión.
Dejemos la vida volar, alma mía.