Como decíamos ayer...
Fray Luis de León.
Hojeaba las cuartillas que descansaban sobre el aparador de caoba del salón.
Martín tarareaba la música que se desprendía de las anotaciones como cosa
ya hecha y representada.
Acto seguido atrapó su violín y atacó el arranque de la sinfonía.
Después de la decimotercera nota la cuerda del do se rompió.
Eran las doce de la noche, el lutier duerme, y su sueño también.