Cuando las garras de la soledad, acarician
amorosamente la espalda del viento
y los recuerdos
como pequeños alfileres envenenados
se clavan como puñales
en los tejidos más blandos de tu corazón…
El tiempo parece detenerse en los andenes
del alma
y el dolor ocupa clandestinamente
cada rincón del edificio
donde habitan aleatoriamente: besos.
caricias, celos y reproches.
Como un sudor frio, los recuerdos envasados
en vasos de humo,
se derraman lentamente por los poros
de mi piel
recordando aquellas caricias que parecían
almas gemelas
jugando alegremente sobre una nube de algodón.
Hoy solo quedan los trozos de lenguas viscosas
derramadas
sobre una alfombra de mentiras y caricias transgénicas.