En tu mundo imaginario,
de una épica imposible,
no hay fronteras ni villanos,
y la luz no cuesta miles.
Sos poeta y cirujano,
en tus manos lo factible,
en tu corazón el lago,
donde el mal se vuelve cisne.
Yo que llegué naufragando,
por el mar oscuro y triste,
encontré en tus ojos claros,
el norte donde se vive.
Sentí todo en un abrazo.
Perdí todo al sonreírte.
Justo allí donde el pasado,
nunca logra consumirte.
Yo llegué con los pedazos,
cansada de repetirme,
y me diste un verso en blanco,
que anunciaba días felices.
Y aunque llegué sin visado,
a tu mundo inconfundible,
hoy tengo casa en tus labios,
y vecinos que me riñen.
Tengo un lugar soberano,
en tu piel salvaje y firme,
con tu alma firmé un trato,
para vos mi mundo simple.