Te escribo parado sobre este desempleo,
mirando al norte, ahora que soy clandestino
sin el sur tan sospechoso,
sumado a larga fila del hambre sobre el oeste,
rumiando frustraciones,
rompiendo las partidas,
brujuleando a los que se fueron
los que se irán a los para siempre,
recibe mis flores con cicatrices
humedecidas con el llanto de la tierra
donde me siembro todos los días,
a la hora que me ajeno
de ti, de todos y de todo,
encerrado en la carne que me apresa
en el sillón de hiel, amarillo como los días,
algunas hojas cuelgan todavía
en este otoño en el que vivo eterno
donde tal vez me case con tu fantasma
y subamos las escaleras felices
donde descansa nuestro gato triste,
¿has oído como maúlla la tarde?
¿cómo se erizan las nubes ahora que no estamos?
te redimo, para amanecer crucificado,
para perdonarte de todos los modos posibles,
a veces me nace alguien en la cama
para no sentirme tan solo,
sobre todo, cuando la luz esta tan lejos de la lámpara
y no logro alcanzarte en mis sueños.