Guillermo Contento

En la madrugada

Buscando en la madrugada

un pedacito de sueño

encontré bajo mi almohada

tus besos casi sin dueño.

Los tomé muy despacito

y pronto, como sabiendo,

se subieron a mi cara

y me mimaron sedientos.

Algunos más atrevidos

fueron corriendo a mi cuello

y otros con gran cuidado

se adhirieron a mi pecho.

Todo mi cuerpo cubrieron

despacito y con cariño

y el sueño vino en silencio

y me tomó como a un niño.

Y cuando el sol de mañana

puso su luz en mis ojos,

guardé tus besos de a poco

en un lugar sin cerrojos

para tenerlos muy cerca

aunque me traten de loco.