Augurio de muerte en el cuerpo joven,
rosa tempranamente envejecida
en una noche que pesa, oscura e inhóspita.
Hay un ritual de dolor y llantos allá afuera
y acá adentro todo blanco y aséptico en la espera
del corte de ese filo buscando evitar lo inevitable.
Se corta la piel, se entra y no hay flores…
sólo sangre y silencio, silencio y sangre
sin versos en luz que vaticinen vida,
silencio y más silencio y los dedos del alma
aferrados al cuerpo ya vencido,
ese joven cuerpo como flor marchita
del que salen pájaros llevándose el hálito
y dejándolo inmóvil.
Y mi asombro siempre ante la muerte.
De mi libro “Desde aquella Strelitzia”. 2014 ISBN 978-987-1977-32-1