Lapidaré a la adúltera memoria
con las rocas de los whiskys que me bebo
hasta que algún Jesús de misericordia
arranque mi corona de espinas y placebos.
Con las sanguijuelas que me desangran
la cánula del suero me alimenta
y para sostener las sombras que me internan
la madrugada se arrima lenta.
Estoy envejeciendo por eso imploro
entre los orines que perfuman los rincones
de un alma que ya no se lava con el cloro
ni la alivian reinas de corazones!