No tengo nada sino tú,
Y tu río oscuro
Y su escarcha profunda.
No escucho el fin
La mano de luz del día
como una pluma a la brisa
ha tocado tu mejilla
Desde entonces todo crece, desde abajo,
Las luces y el azul de las palabras se mueren
Y esta agua impecable tapa los pies y uno sin querer,
se ahoga.
Y sin querer te olvida.
Y lo tengo todo, después de nada.