María tuvo a su hijo, en un desierto reseco
sin cántara para el agua, sin montes para su eco
Sin pañales de tela, sin espejo para su reflejo.
Solo un asno prestado, para volver a su pueblo.
El aliento de los animales, fue calor para el cuerpo.
María pidió prestado, del agua hasta el alimento
para saciar a su hijo,en la pesebrera en silencio.
Mientras José miraba, la pobreza en extremo
sabiendo que el que nacía, sería el rey del portento.
La noche iluminada,con la estrella de los vientos.
Otra María espera, a otro Jesús en nacimiento
en un castillo dorado,en alfombras de terciopelo
con alimento a la mano, y en el freezer mas sustento.
Más ayuda de una morena,nacida en continente viejo.
Y al menor llanto del niño, un médico de enfermero.