Guillermo Contento

El palito de brochette

El palito de brochette me está mirando.

Lo tomo entre mis manos  suavemente,

con los dedos balanceo equilibrando

la esencia de su ser ambivalente.

 

Son dos puntas de su cuerpo los extremos,  

y al mirarlas se despierta un desafío:

¿cuál de ellas hará que disfrutemos

una ofrenda que haga de mi boca  un río?

 

Un trocito de la carne mas jugosa,

insertada como de un torero el filo

se me ofrece, y  cual musa fabulosa

a mi olfato enamora y deja en vilo.

 

Sin dudarlo su oponente en un descuido

traspasa con su punta otra textura,

y acercándose la ofrece a mi sentido

buscando que el placer sea locura.

 

Difícil  decidirse  a cual primero

dejaré que estimule mi apetito.

Y en frágil equilibrio con esmero

mantengo entre mis dedos el palito.

 

Alternando el gusto en sus aromas,

sintiendo a cada cual más placentero;

sin percatarme que el tiempo que me toma

marchita el palito,  todo entero.

 

Descubro  con tristeza y sin consuelo,

que el juego a dos puntas no es muy bueno.