Al niño que me escucha
de dentro de su madre.
Aquél que nunca ha visto
la cara de su padre.
Bástele con saber
que no hay en este mundo
que usted aún no conoce
un amor tan profundo
como el de estas dos voces
que llenan sus segundos.
Cada nuevo embarazo,
cada niño pequeño
que se acuna en los brazos
es un nuevo convenio,
una nueva ilusión
de cumplir un proyecto,
de renovar un pacto
que nunca se hizo efecto:
Crear, con nuestros actos
un futuro perfecto.
Otros niños se mueren
por el hambre o las guerras,
porque hay quienes no quieren
la paz para la tierra
por su propia ambición.
No perciben la luz
de pesebres benditos,
donde a cada Jesús
le crece en sus bracitos
los brazos de una cruz.
Ese niño de todos
que nace en estos días
nos hace de algún modo
a mujeres, Marías,
y a los hombres, Josés.
Otra vez y otras cien
renovamos la alianza.
Vamos a hacerlo bien.
De nuevo la esperanza
se arrastra hasta Belén
para nacer.