En tierra extraña... espiritual
Por valles y collados dejé mi alma,
buscaba a mi amado y no era hallado,
lloraba mi alma angustiada por él,
y clamaba de la noche, volviera a mí
gritaba y desgarraba mi alma y fui tras él.
Los valles callaron, los collados se cerraron
y mi camino estorbaron.
Agonizaba mi alma en medio de la noche,
y me fui y desmayé en espíritu,
buscando al que sana las almas,
mi redención buscaba en mi amado,
bajé por caminos no conocidos,
por veredas jamás andadas y llegué y sentí
pasos tras de mí, me volví y nada había.
Rasgué mi alma pidiendo perdón,
y en alas del viento viajé a las alturas
y caí, y llanto ya no había.
Había una suave brisa que me envolvió,
y me llenó de paz y sentí su gracia abrazándome,
no me podía mover el gozo me sustentaba.
Llamé para que me abrieran,
y no salió nadie, estaba en tierra extraña...
Los ríos se escuchaban lejos…. Muy lejos,
la luna se había ocultado y sólo había una silueta;
era mi cuerpo estaba inerte tirado en el suelo,
Pero ya no había dolor, ni tristeza, ni ansiedad.
Allí; sentí la fuerza del Espíritu de Dios,
tomándome, levantándome y sanándome,
con la paz que tanto había anhelado,
dejándome sentir el fuego de su amor,
Su paz y perdón y abrazo de amor.
Hoy puedo decir que Dios sano mi alma,
después de un proceso de mucho dolor,
puedo decir que estoy en paz conmigo misma,
y con Dios.
Alicia Pérez Hernández
No es la pluma la que escribe, es el alma
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