Hay académicos muy bestias y viriles,
que no quieren mujer en la academia,
estos plumíferos padecen de una anemia
mental, solo son correveidíles.
La cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda,
y Emilia Pardo Bazán fueron poetas de ínclita altura,
les cerraron sus bocas con férreas cerraduras,
solo las querían para criar gusanítos de seda.
Ábramos la mente y el corazón,
y cerrémonos al fanatísmo,
que de nadie es el arte monopolio.
Demostremos que de nadie es la razón,
no hay mayor fe que el altruismo,
impedirle a la mujer las letras, es un expólio.