¿Quién tiene la clave misteriosa del destino?
¿Do está escondida o sepultada?
¿En el fondo mismo de los mares,
en la luna, en el movimiento de la tierra,
en las estrellas?
¿Acaso en el átomo, en la molécula,
en el gen o el electrón?
¿En el alba, en el ocaso,
enredada en los vientos,
a la sombra de un grano de arena
perdido en un desierto?
¿En la saliva de una hormiga,
en las fauces del león indómito?
¿O tal vez, por la ley de la ironía,
en la punta de mi nariz,
en la mugre de mis uñas,
en la flatulencia desprevenida?
¿Nadando en mis venas,
en un rincón perdido y empolvado
de mi cerebro emocional?
¿En mis pasos, en mis sueños,
bajo la falda de mi vecina,
en el policía de la esquina, en su bolillo,
en el poderoso político elegido
que habla otro idioma
allende las fronteras?
¿Dónde diablos esta la clave?
¿Dónde putas?
¿Tenemos acaso que morir
sin conocerla?
¿Acaso todo el esfuerzo histórico
por entender la vida,
por comprender el mundo,
por desentrañar las cosas,
por inventar las ciencias,
por descubrir las leyes,
no han servido de nada?
Destino miserable y abusivo
te reto a que te atrevas
a partir de mañana
a presentarte a cada ser humano
y les confieses al oído
que eres ilusión,
que el futuro no está en tus manos
ni está escondido en ningún lado.
Mejor dicho, que confieses
que no existes
que en verdad
no alcanzas a ser ni el hoy
y no vas hacia el futuro
si no por cuenta de quien
te anima a soñar desde hoy
en un mejor mañana.