Un instante te toma descuidado
y el monstruo te invade...
Un camarada subsistente,
un impalpable costado bipolar,
que nadie conoce, mi otro yo.
Oculto, irreconocible, implacable,
gustoso siempre de derramar sangre,
censurador, el muy indolente...
Si navego en laberintos a la deriva,
el me grita caprichosos itinerarios.
Si naufrago rendido en el desierto,
el dice conocer calle y morada.
Sabe de todo, opina de todo,
mil palabras certeras para juzgar
ni una letra para pensar en amor.
Digo que mi monstruo es, sin dudarlo
mas que adulto, un viejo adolescente
mas que sensible, un miserable indolente
mas que humano, el paladín del egoísmo
Un ser pequeño que pretende el bronce,
solo es metal oxidado por no saber querer.
En la incertidumbre me pregunto
¿quien soy yo?
Ni delfín, ni tiburón
ni paloma, ni halcón
ni cordero, ni lobo...
Tal vez un cazador,
que toma presas
emociones, sentimientos...
Se templa una persona
donde en verdad hay dos...
Anton C.Faya- Dic 2017
Argentina