Ay! Esos pobres pasillos vacíos que nadie nunca transita, y yo me pregunto si los estantes han estado así desde siempre, porque pareciera que siempre están igual, llenos, ordenados, nadie saca nada, como los de las conservas, o los del arroz. Y están ahí, tristes, esperando que los visiten, y que los asalten, y que los despeinen, pero no.
Están esos otros pasillos que son como la caminata de la vergüenza, donde pareciera que vas a transitar para siempre y nunca vas a salir de ahí, pero que son los inevitables, y la gente pasa rapidito para que nadie sepa que pasaron por ahí y ellos se sienten ofendidos, como los de las toallitas higiénicas, o los del papel higiénico. Y ellos te miran muertos de la risa, porque saben que no puedes evitar hacer pipí, caca, o que te llegue la regla, entonces murmuran tallas internas que han ido juntando con el tiempo y se la pasan súper bien.
Están esos otros pasillos de la culpa, donde la gente seguro que pasa, siempre, pero duda, no se decide, y finalmente lo hace y se llevan lo que siempre quisieron, con cara de circunstancia. Esos son los pasillos de los chocolates y las galletas dulces. Y ellos no pueden hacer nada con la culpa, si no tienen la culpa! Y se quedan ahí tristes esperando a los que llegan felices y se van felices, pero esperan para siempre y sufren.
Están esos que viven de fiesta, y la gente entusiasmada saca cosas de aquí y de allá, ideando planes entretenidos de jolgorio, donde se da la cosa rica. Esos son los pasillos del trago y el aperitivo. Ahí no hay culpa, nada! Sino que puro disfrute y entretención. Esos son felices y no se hacen problema por nada, total ya saldremos de fiesta.
Y están esos otros de los que nadie habla, que existen pero que casi ni se ven. Esos no sé cuales son.