Yo estaba sola en la soleada orilla
de un lago azul pálido del bosque,
en el cielo flotaba una nube solitaria
y en el agua una isla solitaria.
El dulzor de la canícula
de cada árbol goteó con perlas,
y en mi corazón abierto
se deslizó una gota pequeña.
Volaran los sueños sin alas
en silencio, surcarán valles,
ríos y montañas,
latitudes desconocidas,
buscando una morada,
donde apacígualo,
los sueños del alma.
Mi mente volaran con ellos,
recordando sueños sin destino,
sin luz sobras ni morada,
dejare mis poemas sin destino,
cuan poeta en la soledad, inacabada,
Seré letra de lujuria,
o de daga, clavando palabras,
o quizás tiernas, letras de amor robadas,
a mi memoria, incauta,
o tal vez soñador, de utopías
en el agua diluyéndose en la nada.
Mas soy quien soy,
sin cubridme de glorias,
dejare esta implacable historia,
de utopías inacabadas,
vagare en mis mundos de soledad,
muriendo mis palabras.
En el olvido, ya mis manos,
quedaran quietas, dejar,
que muera el poeta con el poema,
con sus ultimas letras,
recordarlo como pintor,
de palabras de amor.
Ya murió el poema
con su poeta y su alma.