De la raiz a la copa, circula por mis venas,
mezclada con la sangre, la savia del almendro.
Esponjas de marfil, nubes rosadas de ocaso,
se ciñen a su tronco desafiando al invierno.
Se apresura a mostrar su belleza insolente
antes incluso de que se derritan los hielos.
Espectáculo visual, embriagador aroma
Y ensordecedor zumbido en orgía de insectos
ávidos de polen, hambrientos de primavera.
Durante siete meses gesta su fruto seco;
acorazándolo primero, acolchándolo luego,
para entregarnos su manjar imperecedero.
Nunca nada ha ofrecido tanto por tan poco
ni ha administrado mejor el líquido elemento
como el almendro, que nada pide y todo da.
Cuando caduque mi voz y se me atore el verbo
en la garganta,me arrancaré un girón de piel
y con su corteza negra me haré un injerto.