No he de acudir a la cita ya, avieso
dejé ya la parranda lo mismo que el derroche,
y ya no soy en que su paz nívea trasnoche
ni en bocas de mujer dejo mi beso.
Me olvidé del cigarro que pende de mi boca
aquél que yo encendía en un bohemio acoso,
¡cuánto humo en ambiente! ¡Cuánto reposo!
Qué olvidarlo ya quiero y me desboca.
Camaradas quizás (nunca falte en la tropa)
Serán mis poemas los que hablen en mi nombre,
un día y, otro día pasarán aunque asombre
de hecho –estaré muerto- ¡ levanten una copa!
Es inverosímil saber si hay lealtad en un vaso de vino
o aquél que te abrace o habla sin sentido…
el borracho que cree o piensa que ha vivido:
-es burlar el sendero- si así fuera el destino.
No amigos, no, no me separo de las noches sin vida
de los antros, los besos de las bocas divinas,
me alejo simplemente de brutales esquinas
para dejar que sangre una reciente herida.
Me gustaría sentirme olvidado por un rato
saber que nunca estuve y dejar mis poemas
como huella caliente de ánimas extremas
más no como un cáncer que infecte el omoplato.
Por eso si he dejado desmadres y alborozos
para cuidarme un poco y morir olvidado.
No ha sido por sentirme más o menos amado
o buscar en mi vida quizás algunos gozos.
Prefiero la soledad por la que ya me obligo
por la que lloro a veces o sonrió sin quebranto
la que sin vino y sin cigarro –siempre estuvo conmigo-
quien cerrará mis ojos cubriéndome de llanto…