Estoy leyendo tus poesías, sólo,
junto al arroyo que desciende hacia el valle
para regar sus praderas, en silencio.
Tú, muchas veces me dijiste que leyeras tus poemas
pero no, eran tantas mis cosas, tantas mis cosas…
Comprendo en este instante
que siempre actué como las aguas
de este arroyo, que corren pendiente abajo,
siempre, pendiente abajo, sin saberlo.
Hoy estoy leyendo tus poesías,
sólo, por siempre sólo.