Quise probar el verano de tu boca
pero, las cenizas invadieron de repente
eras una nube sedienta pero demente
que pasó cual ráfaga que no se invoca.
¡Ahora, oyes mi sangre de repente...!
ahora que te has quedado solo e inerte
por el instante en que miraste a la muerte
¿Podrá mi alma acariciar tu frente?
Cuando has robado de mi cielo las alegrías,
provocando tenebrosas horas de desvelo
que me depararon días oscuros y sin vuelo
por entre mis orillas desnudas y frías
Ahora que el viento se te hizo espeso
girando entre tus sienes y mi desencanto,
Sé que soy el único camino para tu llanto
por este pálido rezo, que tan débil expreso.
Estás allí, donde se retuercen las serpientes
entre los escapados deltas del infierno
vistiendo tus ropajes de invierno,
¿Por qué lloras y oras, si no te arrepientes...?