No son caricias,
son flores que dejo
despiertas por tu cuerpo.
No son abrazos,
son raíces hijas mías
para no morirme.
No son besos,
son delgadas palabras,
latidos de mi boca.
No te miro,
te devoro insaciablemente,
llevándote a mi carne.
No me voy entonces,
te quedas conmigo,
en ti revivo y vuelo siempre.