¡Amor Mío!
Que tanto quisiera que me dejes poder apreciar el amanecer
y entre insomnios,
esperar la noche para verte fusionada con el firmamento,
Esa brisa que siempre esta acariciando tu cuerpo en desmedida,
y la luna que te sigue y
persigue con recelo,
virtuosa y venerante diosa,
combatiente de ondulantes zafiros
que reposan tranquilos en tus senos.
Bendita sea la tierra,
él pavimento que por fortuna sostiene tus muslos
tan sólidos y macizos,
Esa línea corporal que suspende de ti,
me glorifica y me degrada,
la superioridad y
sublimidad de tu contorno,
Se apodera,
se adueña de mi ser
mi demencia y esquizofrenia,
mi codicia y anhelo.
-Lucero