Si viertes la esperanza
en la fuente de pesares,
lagrimea cristalina
se desliza por su cauce.
Si recoges una gota
se muere insalvable
en la línea de la mano
que te marca los finales.
Del caño y su murmullo
melodías que te placen,
te asoman a otro mundo
de divinos manantiales
que te cantan al oído
aguas puras como instantes,
como gloria de un segundo
que sucumbe en un estanque.