Atamos el corazón a los miedos,
Entregamos los pensamientos a la duda
Dejamos la felicidad suspendida,
Olvidamos vivir y corremos hacia el abismo de la desesperación.
Es aterrador sentir que estás perdido, que ya no existe nada en ti que sea refugio para alguien, escuchar el silencio que te roba la esperanza y te convierte todos los días en alguien frío, insensible e inconsciente ante el mundo y el dolor o alegría de tu realidad.