Nos encontramos con el destino de las telas
gritando la puerta abre el día
con nuestros zapatos empujamos las monedas de oro en el otoño
ignoramos las burbujas de ansiedad
roto en el aire
chillar la puerta cierra el día
un sueño tranquilo me espera sobre una almohada
y mi sombra muere en el cenicero.