IV
Extasiado en el marasmo
amo obstinado a la pereza.
Ya no encuentro riqueza
y mucho menos entusiasmo
en ser amante del sarcasmo.
Desapego de budista.
Dureza de amatista.
Intransigencia demente
con Dios, el gran ausente
y con el Diablo chantajista.
V
Epígono de mis dolores
me erijo fatuo en mármol
de panteón. Bronce al sol
con reflejos cegadores,
insensible a los clamores,
mi ataúd espera quieto
a la paz del esqueleto.
Desespero sin consuelo
por saber si es el cielo
o apenas letra de soneto.
VI
Me siento encina vieja
en el vasto bosque umbrío.
Rama seca en el estío
donde canta la azuleja
y espía atenta la corneja.
Ya podrido en la raíz
resiste el árbol infeliz
el desgano del leñador.
Ya nada alivia su dolor.
Ay... ¿Cuándo seré feliz?
(continuará.......