¡Hola! ¿Que tal mis amados amigos? les cuento, anduve por ahì muy atareada con los preparativos para una cena especial de Navidad, comprando alimentos frescos y cocinando algo exquisito y tradicional para poder compartir del amor familiar y fraternal con mis cercanos seres queridos, donde convidados vinieron, un hermano mayor, el ùnico que me queda y su grupo familiar que felizmente acudieron desde la ciudad de Mèrida, mi hija menor, su esposo y dos de mis nietos, que en breve estaràn saliendo de viaje para radicarse en el exterior, debido a las condiciones adversas de deterioro en la calidad de vida por la cual atraviesa nuestro paìs en la actualidad.
¿Y a que no saben, a quien tambièn invite a cenar? convidè al padre de mis amados hijos, el tal Sandro, pero no de Amèrica, a mi amadisimo ex esposo, aquel compañero de mi vida que habìa marchado, y el cruel tormento de mi alma, ¡Si! para cerrar con sello de oro, en esta Navidad, una despedida màs que me presenta el destino y me entristece, porque mis otros hijos ya marcharon fuera del paìs hace algùn tiempo atràs, y ahora bajo esta circunstancia irreversible, queda cerrado un ciclo importante, algo asì como un capitulo final de la propia historia, quise perdonar sin tener gloria, y olvidar rencores definitivamente, haciendo borròn y cuenta nueva en mi mente, pues, pretendo comenzar el año nuevo sin peso alguno, en paz y en y tranquilidad.
Parece extraño, quisiera empezar de nuevo, la ùltima parte de mi existencia, cuando ya cumplì el ciclo sagrado y natural de la vida, nacer, crecer, reproducir o procrear, cumplir la misiòn, de educar, encaminar a los hijos, disfrutar los nietos y esperar la barca, etc. procesos durante los cuales acostumbrè celebrar en mi gran mesa de comedor, nacimientos, bautizos, comuniones, cumpleaños, graduaciones, matrimonios, aniversarios, navidades, fines de año y pare de contar.
¡Cuàn ràpido! transcurrieron aconteceres de mi vida, celebrè los mejores momentos de alegrìa, brindando champagne o vino, con familiares y amigos, siempre sobre la misma y callada mesa, tan antigua. ¡Ah! ¡Cuantos recuerdos! mostrarìa ella si pudiera, creo haber visto una película muda magistral a color, que pasò ante mis ojos, mientras esta vez, iba lentamente decorandola, en esta celebraciòn que supongo, sea mi ùltima cena de lo que quedò de aquello que fuera mi hogar.
Todo fue saliendo segùn lo planeado, un buen menù hecho con mis manos, linda decoraciòn, la mejor vajilla de porcelana de Bavaria, las copas de cristal de Bacarat, unas rosas rojas del jardìn trasero, y a tono con la decoraciòn de navidad donde la luces daban el colorido toque, en el arbolito y el pesebre, todo quedò impecable, al finalizar, suspirè satisfecha, y no dejaba de dar vueltas en mi cabeza, la idea de ver de nuevo sentado en la mesa a aquel amor perdido, otrora mi Rey, y cabeza de familia.
Ya eran cerca de las 7:00 de la noche cuando recibì la llamada, èl estaba llegando puntual a la cita, coincidiendo con la llegada de los demàs invitados al convite, llegaba en una de sus motos, lo vi acercarse, latìa de prisa mi corazòn, èste se quitò el casco, estaba algo cambiado, habìa bajado de peso, los mùsculos no eran los mismos, lucìan flácidos, en su rostro dibujaban los años, sus cabellos eran semi plateados, pero mantenìa su orgulloso porte de macho alfa.
Hacìan unos cuantos años de no vernos, ni de hablarnos, en la ultima ocasiòn tuvimos una fuerte discusiòn por la casa, y no sabia como tratarlo, como serìa el saludo, en fin, ¿Que pasarìa en tan especial ocasiòn?, pasè el dìa pensando y repitiendo en mi mente algunas emotivas palabras para agradecer y discursar en el momento del brindis.
Asì que llegado el momento, creyendo tenerlo todo bajo control, alcè mi copa muy emocionada, y... zuas, se me trabò la lengua, a pesar de mi acostumbrada elocuencia, se me nublò la mente, y quedè literalmente en blanco, la emociòn me habìa traicionado, hasta sentì mareos, sin haber tomado, asì que balbuceè un muy breve saludo de bienvenida, agradecí primero a Dios por la oportunidad que me daba de sentarnos de nuevo en familia, y la presencia de todos en especial la del padre de mis hijos, diciendo: Bueno, creo que cumplimos, levantamos una familia y tuvimos buenos hijos de quienes sentirnos orgullosos y me sentè, entonces, el presto, alzando su copa dijo, es verdad, a pesar de nosotros, asì fue, creo que no lo hicimos mal, y notè que su voz se quebraba y hubo làgrimas en sus ojos....Pensè! allà en el fondo de su corazòn frìo, ocultaba sentimientos aquel pobre hombre, vi como un relàmpago de tristeza cubriò su mirada y se apagaba su voz y me compadecì, con un dolor amargo, supe que el tampoco era feliz...
Asì fueron transcurriendo las horas, temas triviales, mùsica suave, risas, halagos a la comida, al buen vino, anècdotas, ante los ojos incrèdulos de los nietos y por momentos se cruzaban nuestras miradas, coloquè mi tema favorito _Volver de Carlos Gardel_ y sus notas, sonaban en el ambiente yo pensaba, veinte años no es nada, que es un soplo la vida, que cuarenta años es doblemente nada, la vida es un instante, la felicidad es un misterio, los recuerdos son dagas y el amor y el dolor se confunden con el viento que se lleva la brisa...y deja las noches de soledad.
Fin de la velada, ¡Ah! si la mesa hablara, ¿Cuantas historias contara?
ya sin esperanzas, sin ninguna ilusiòn, ¿Para que seguir aferrada a un duro recuerdo?
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Con universal amor les saluda en Navidad,
Raquelinamor