MI DECLARACIÓN DE FIN DE AÑO
Recién descubrí que estaba confundiendo amar con necesitar y que nadie, pero nadie, me podía dar lo que no sabía conquistar en mí. No existe nada nuevo, todo es una sucesión del eterno presente. No esperes nada del año nuevo porque éste todavía no ha llegado. Lo que ha de ser depende única y absolutamente del aquí y el ahora... segundo a segundo... minuto a minuto. No quiero aparecer como un ser fatalista y aburrido: ¡No! Por el contrario, les deseo que cada segundo, cada minuto, lo pasen muy bien. Ahora les pregunto, y esto va para creyentes y no creyentes: ¿El resultado de lo que planeamos depende de nosotros? ¡Verdad que no!... Entonces no nos jactemos del día de mañana. Si por mí fuera y creo que quienes de la misma manera piensan, anhelo y anhelarían felicidad absoluta para todos; que el pan sobreabunde en las mesas y nadie, pero nadie carezca de lo elemental y justo para vivir. Deseo, como sé que lo desean muchos, que no acontezcan absurdos como el que extingue la vida de tantos pequeños inocentes que a diario mueren en el planeta, por física hambre, en estado de inanición, famélicos y abandonados. Eso no debería estar sucediendo, en ningún tiempo. Callamos muchas injusticias y eso de alguna manera nos hace cómplices, incluyéndome, porque nos da temor que nos tachen de conflictivos o simple y llanamente nos granjeemos la ojeriza de unos cuantos. ¡No! Yo seguiré ejerciendo el privilegiado don de las letras, precisamente para denunciar, protestar, gritar si es necesario al mundo entero, que nunca jamás contemporizaré con la mentira que es el principio de todos los males e injusticias que aquejan a millones de inocentes.
Que de una buena vez acabemos las diferencias que sólo generan odios y demarcan fronteras, entre nosotros mismos; no somos ni unos ni unas, ni ellas ni ellos, somos todos... ¡La especie humana! Respeto los clanes, tribus urbanas y demás organizaciones que pululan en estos tiempos, pero, fuimos colocados sobre esta bella y maltratada esfera para amarnos mucho, pero mucho, y también para perdonarnos todas las veces que sea necesario... ¡Setenta veces siete! Los amo un potosí y les pido me perdonen por si en algo les he ofendido o fastidiado... ¡Feliz presente! Y la Paz de mi Señor que sobrepasa todo entendimiento, se pose sobre la mente, corazón y alma de tod@s.
JAIME IGNACIO JARAMILLO CORRALES
Condorandino.