La música captura la imaginación pública por cada paraíso prometido.
Hay música impasible que espera una señal de envión;
una secuencia indómita que reactive su actual compás impasible.
Dado que los sonidos son súper plásticos y ultra flexibles,
es natural que conecten con transmisores afines dentro del cerebro.
Algunos fragmentos de canciones son superiores al total;
fundiendo tractos desemejantes se puede recrear otra novedad sónica.
La música es volumen más osadía más riesgo más ritmo más libertad.
Música nueva o música antigua, es insustancial; delicadas cadencias
aflorarán siempre de instrumentaciones sabias y pragmáticas.
Un sonido amigable es un estímulo que inscribe una huella mnémica,
archivando positivos recuerdos premium, súper atesorados.
La música revive sentidos y empodera las personalidades dominadas.
En cuanto se articula un típico optimismo sensiblero y oportuno,
el estruendo sonoro aviva y activa una mente adormilada y extática.
Días desabridos mutan a gustosos cuando se los desafía con una canción,
en un tiempo de violentas realidades la música es un bálsamo auditivo.
De música melodiosa y canción con un corpus literario honesto, fluyen
sonidos nobles y sagaces para envolver el alma del oyente inquieto.
El volumen estentóreo, el masivo ataque intenso a las neuronas;
el ruido sobre ruido va sacudiendo los cerebros más inútiles.
Cada sonido reverbera diferente en cada oyente. Los órganos auditivos y nuestra sensibilidad infieren modulaciones distintas en nuestro cerebelo.
Rasgueando la armoniosa guitarra española y percutiendo el yembe
africano o soplando el barroco corno francés; la música siempre ha
sonado apabullante. Pero menos, cuando la comercialización subvierte
calidad por productos masivos.
Canciones a bocanadas constantes desdramatizan las letras patéticas;
el ruido y la tensión se aterciopelan entre la finura de un estilo plácido.
Solo las mentes afiladas pueden aislar cada ritmo oportuno y cálido
que zamarrea los oídos y es vector de extra calidad musical.
El sonido del viento o el sonido del mar son dos de los más puros sones
que la naturaleza nos gratifica según donde nos hallemos o residamos.
Los músicos y cantantes son agentes visibles de poderosa temperatura emotiva,
pulsando sus instrumentos o emitiendo sus voces límpidas.
Sí, días como estos son los días de perfectas canciones.