Ando sobre tu risa,
que me abre el camino
y ya no se me esconde.
Voy y vengo de tus manos
buscando la mirada,
resbalo por un tiempo
de compases azules,
cuesta arriba,
y al pasar,
de pronto te nacen besos
con vocación de palomas,
que vuelan a mi casa.
Momentánea y cautiva,
emerges,
con lo frágil de tu encanto
cruzando por mis versos.
Entonces estás,
te quedas,
eres tú y eres toda la tarde,
brotando de ti misma,
de tu luz hacia mi boca,
de tu pelo negrísimo
y tus ojos de noche.
Hacia tu cielo subes,
debajo de mi piel.