Andando voy, por los mundos de dios,
con mi reducida mochila a cuestas,
llena de sinrazones manifiestas,
hasta donde me lleve el corazón.
Navego a la deriva por mis sueños,
sin importarme ir a contracorriente,
las tempestades recibo de frente
y achico decepciones con barreños.
Vuelo con la ilusión como ala delta.
Aventando recuerdos a mi paso,
para recurrir a ellos, por si acaso
llego a olvidar el camino de vuelta.
Es mi vida un rio de curso sinuoso.
Penas y alegrias a partes iguales
en equilibrio de rotos cristales
esparcidos en paisajes precioso.
A lo largo de mis vividos años
he atesorado gratas experiencias,
desechando siempre las apariencias
exhibidas por valientes sin reaños.
Nada poseo que sea palpable.
Unos gramos pesan mis pertenencias.
Nunca me llamaron aquellas ciencias
que tratan de explicar lo inexplicable.
Sea cual sea la desembocadura
de mi discurrir entre los mortales,
espero dejar tras de mí maizales
espigados, de volátil textura.