Al final llegaste
como vino marzo:
como una flor abollada
sobre puñales de cuarzo.
Al final viniste,
invisible abrazo,
con pétalos en tus sienes
y esperanza en tu regazo.
Al final brotaste,
invernante yema,
como la yerba estrujada
sobre adoquines de gema.
Al final saliste
como luna llena:
con cálices en tu vientre
y alboroto en tu melena.