Por temor a llegar tarde a su propio tiempo
se oculta para que la ficción no la adivine.
Desnuda de verdades, no confundida sino extrañada,
busca el significante para nombrar a éste desconocido
sinónimo de su estar.
Cae en los desniveles propios entre lo razonable y lo absurdo
aún con retazos de noches albinas y barro en las manos.
El suceder la lleva a relanzar el deseo
el deseo de querer como una sed que cura
entonces suaviza los surcos, perfuma las sombras,
mira profundo como buscando las luces retenidas en aquellos versos.