El día que no me quieran,
voy a querer con tal ansia,
que me matará la espera,
sobre el desierto descalza.
Cuando me encuentre la mesa,
ya servida y ocupada,
quizás me beba las penas,
en una esquina callada.
Cuando al tocar una puerta,
mi puño se vuelva escarcha,
cuando el amor pida huellas,
y nadie venga a pintarlas.
Entonces no habrá estrategias,
ni otras nubes ni más playas,
cuando ame y no me vean,
tal vez vuelva a ser humana.
Quizás algún día sienta,
que perdí cien mil batallas,
por huir ante la prueba,
que era amarga y necesaria.
Cuando ya nadie me entienda,
cuando apueste por la nada,
cuando no queden estrellas,
y el cielo me de la espalda.
Cuando los besos me duelan,
y las caricias se vayan,
y me toque ser la piedra,
que alguien lance sin amarla.
Quizás solo por inercia,
luche desde mi ignorancia,
y me toque ser la ciega,
que el puñal sola se clava.
Quizás algún día aprenda,
que el amor cobra revanchas,
y que el que vive de rentas,
pierde señal en el alma.
Cuando quiera y no me quieran,
ya no habrá risas baratas,
ni candados, ni rabietas,
seré yo y luego el fantasma.