Tu ausencia me devora como león de arena.
Siento sus garras sobre el temblor de mi alma.
Su melena juguetea con mis recuerdos
hasta reducirlos a distantes ecos.
En sus mandíbulas escucho música
que tu alma ofrecía en manantiales
a mis manos vibrantes y frenéticas.
La selva de tus sentidos me arrojó desnudo
a los abismos del silencio
para ser fácil presa de su hambruna infernal.
Jamás imaginé el dolor de separar la risa
de tu rostro del color de mis pupilas,
pero esta fiera desata en mi cara
los remolinos del volcán que todo cubre
con ardiente lava y oscura ceniza.
Ahora que tu ausencia me devora
comprendo que te amo
con la fuerza inusitada
que hace espesa a la agonía.