Nunca habiámos acariciado mejor amanecer
ese que nos hizo trizas la soledad de cada recuerdo
el que alzó mis labios en sus posesiones
el que arde en la llama de nuestros fogones
henchida de placeres dejándome libre en sus secretos
Contemplarle en la cadencia de sus gemidos
fue para mi
copa insinuante
néctar ansioso de su vientre
terciopelo de sus caderas
hendidura luna de coloreadas ansias
donde nos perdíamos la agonía
aromada virtud de amantes
Comprendimos la entrega
cristal que todo lo desnuda
hecho que libera a la espera de vendavales