No digas nada,
Guárdate la voz, el gesto:
La más leve insinuación déjala quieta.
Enlosa la queja, el gemido, la sorpresa,
No suspires,
El más mínimo estertor lánzalo a la cruz.
No mires,
Si es preciso,
Eclípsate los ojos:
Que no te delate el iris sorprendido,
Que no se te rompan los diques camuflados.
No vaciles,
No retrocedas,
No te detengas,
No te acerques,
No des lugar al acaso.
Avanza ecuánime, tranquila,
Serena, sosegada;
Preténdete la lluvia,
Pisa las estrellas en el suelo,
Tú y tu sombrilla equilibradas.
Rompe los náuticos destellos callejeros.
No bordees,
No esquives,
No te apartes,
No te alejes,
No te rías,
Esos cascabeles despiertan rabia a la serpiente.
Pasa a su lado
Como si no existiera,
Como si no estuviera,
Como si tú y la tarde fueran cántaros sedientos,
Como si nada te importara más que la lluvia
Amoldándose a las curvas impregnadas,
Como si sólo tú y la lluvia,
Como si sólo tú y tu cuerpo,
Como si sólo tú ardiendo de deseo,
Como si sólo tú sumida en triste astucia,
Importaran esta tarde:
Agua contra fuego,
Amor contra olvido.
Ya ves no está,
Se ha ido,
Pero:
No te vuelvas,
No compruebes,
No pudo soportarte la presencia,
No pudo soportarte la insolencia,
No pudo soportarte la elocuencia,
No pudo soportar tu indiferencia.