Mirándome como se mira para olvidar algo, me he desnombrado tanto que he ido desacariciando las rosas,
he ido borrando cada uno de mis pasos, pero borrar no significa no haberlo hecho, por eso me desinvento y me desdigo,
mirándome como se mira para olvidar algo, como para olvidarme de otra forma y le pongo empeño y lloro olvidando, y me río olvidando, y me caígo olvidando.
Pero no lo consigo, parece que el olvido solo es otra forma de recordar, una hoja en la que en el reverso siempre está lo que se olvida, y yo me desnombro pero se caen los árboles olvidando, y el cielo se abre en una grieta inabarcabe de olvido, deslloviendo las nubes sin poder olvidarlas.
Primero el olvido del recuerdo y luego el recuerdo del olvido, tendré que desrecordar como se olvida, como se dicen las cosas para simplemente señalarlas, volver al principio olvidando, recordar olvidando que se puede recordar, imaginando que todo es un sueño.
Y yo perdido en el beso de las diez de la noche en Lisboa mientras las elegantes calles nos miraban como ya olvidándonos, ni si quiera las farolas tenían algo que decir, y así nos fuímos olvidando los dos para poder recordar, para luego no olvidarnos de que hubo algo que mereció la pena no olvidar.