PUNTADAS FINALES - II
Con versos voy remendando, igual que sastre la vida,
y en cada sílaba queda, un punto fino que cura;
mi pluma, cual escalpelo, abrió de nuevo la herida:
¡y así, después de sanarla, dejó perfecta sutura!
Algunos piensan, y es válido, padezco seria locura,
¿por ello -ahora pregunto- conoce alguien la medida?
mejor decidme, vosotros, ¿obráis con sabia cordura?
¿¡o están, acaso, los límites, en clase bien obtenida!?
De tanta infamia y rapiña, la causa está en la demencia,
que arriba muchos ejercen, con leyes bien concebidas;
al pueblo esquilan los amos, y adquieren gran opulencia:
¡hacerlo fácil les queda, patentes son concedidas!
Ya Don Erasmo de Rótterdam, sobre el asunto en cuestión,
su gran elogio escribió, dedicado a Tomás Moro;
plasmada en todos los actos, que vienen del corazón:
¡estás \"señora locura\", disfrazada con decoro!
En forma urgente deseo, saber en dónde comienza,
la tan sonada razón, que a los demás exigimos;
en reclamar somos duchos, y nunca nos da vergüenza:
¡lavar en casa lo sucio, que afuera pulcros lucimos!
Del alma quiero sacarme, la innecesaria hojarasca,
y así enseñar orgulloso, genuina mi desnudez;
conmigo no llevo más, el equipaje que atasca:
¡podré levar al fin anclas, zarpar desde mi niñez!
Estas puntadas finales, se las dejo a mi conciencia,
y aquí sí quiero lucir, con filigrana tejidas,
las dotes que allá en la cuna, me entregaron por herencia:
¡porque las galas en mí, dejó natura ceñidas!
Jaime Ignacio Jaramillo Corrales
Condorandino