Era un día tranquilo,
corría la marea
en mi mente se perdían
mil pensamientos de arena.
Octubre viene preso,
deja que la luna salga
que deslumbre los paisajes
de blanco y de esmeralda.
Reflejo son las facciones,
un recuerdo que erotiza,
una sonrisa distinta
y en su cabello la brisa.
Mas el destino es un riesgo
nunca da el tino al preciso,
deja jugar al iluso
y al poeta da un refugio
lleno de plumas y vicios.
Me tocó girar la rueda,
salió un sol incandescente,
una mirada distante
y unos labios permanentes
que al susurro de un sonido
dieron fin al oponente.
Sigió pasando la noche
con la Luna de testigo;
y con sus brazos de abrigo
dejé todo en un derroche
por ver sus ojos canela
y su pelo azabache.